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Las nieves de primeros de año han teñido de blanco nuestros campos riojanos, aportando al viñedo una serie de beneficios.
El refrán "Año de nieves, año de bienes" es un dicho popular que tiene su base lógica. Un invierno frío y con nieve, es para el campo, y concretamente para el viñedo, toda una garantía de cara a la futura campaña.
La nieve, siempre que no sea excesiva en cantidad, actúa como una especie de bálsamo que proporciona hidratación y contribuye a sanar las plantas.
El frío y la nieve son aportes cruciales para una buena campaña en los cultivos.
Un invierno frío y con nevadas es crucial para una buena campaña.
- Con el frío, se produce la parada vegetativa de la planta. La savia deja de circular en la vid y la planta se repone. Esto garantiza un buen inicio de ciclo cuando llegue la primavera.
- Gracias al frío, los hongos y larvas de insectos que podrían haberse instalado en la corteza de las cepas son eliminados de forma natural. De este modo, con la llegada del calor (primavera y verano) se evitan daños y enfermedades en el viñedo.
La nieve es muy beneficiosa para el viñedo.
- Ejerce como un poderoso desinfectante, limpiando la madera de la cepa.
- La cepa, con el frío aportado por la nieve, realiza mejor la parada vegetativa.
- Realiza un beneficioso aporte hídrico, ya que la tierra absorbe el agua a medida que la nieve se derrite, de una forma homogénea.
- El frío y la nieve mejoran la cicatrización de las heridas producidas por la poda.
- El terreno no sufre la erosión provocada por lluvias intensas o granizo.
- Retrasa la brotación, disminuyendo el riesgo por heladas.
Después de las nevadas, la planta continuará su proceso, y renacerá en primavera.
Según los viticultores y diferentes estudios, las nieves y el frío aportan al viñedo una mejora en la calidad de la cosecha.
Las heladas.
Así como el frío y la nieve durante la parada vegetativa son beneficiosas para el viñedo, las heladas, y según las fechas en las que se produzcan, pueden ser terriblemente perjudiciales para la cosecha.
